“Historias que son un
reclamo para la memoria”
-Santiago
Cabañero, Albacete-
“Pueblos, palabras, oficios,
motes o sendas. Historias o leyendas.Vidas o muertes. Mujeres y hombres que nos
dejan un legado que Jesús López atesora como reivindicación de un mundo rural
tan duro como olvidado…”
-Gloria
López Corbalán, Caravaca-
“He vuelto a disfrutar,
sentado bajo tus pinos, caminando, atravesando ramblas, deletreando el paisaje, mientras encuentras
recuerdos o personas, mujeres sobre todo, que tenían por misión vivir, y lo
hacían no solo dando vida a los suyos, sino ayudando a los otros. Me gusta que
tengas un recuerdo para esas gentes ejemplares, capaces de compartir en tiempos
de miseria.”
-José
Luis Martínez Valero, Águilas-
“…una suerte de pulsión
emocional que trasciende el mero hecho material, que supera la anécdota, que
sublima el paisaje y el sustrato geológico, pero que participa de todo ello. Y
ese latido es el pulso de los personajes que te utilizan, con tu beneplácito,
para explicarse y explicarnos su mundo, una forma de vida sin retorno posible.
Pero no lo hacen desde el rencor ni la tristeza sino con todo el peso de la
razón de quienes saben de la vida y de la supervivencia más que todos los que
leamos tu libro. Solo desde el sentimiento puede entenderse el desarraigo y la
nostalgia de los desterrados. Únicamente desde la emoción más pura (lejos de
toda contaminación folclórica e incluso literaria) uno puede sentir el
desamparo, la angustia, el miedo, la esperanza, la alegría esencial y
primigenia de los últimos cortijeros, su paciencia inmanente…
…Eso mismo he sentido al
leer tu libro, amigo. Las penas y alegrías de las gentes de Turrilla, las muchachas
de Bagil, los ajorraores y los pastores trashumantes de las sierras de Nerpio y
de Santiago de la Espada, los arrieros que andaban por estos montes y todos y
todas cuantos rebulleron por estos andurriales dejando su huella y la impronta
de su atrevimiento en las escaleras de piedra, en las tapias de las tenás,
levantando cortijos en lugares que hoy se nos antojan inverosímiles o
inhóspitos… constituyen el patrimonio sentimental. Y nunca fuera tan bien
traído Juan de Yepes, San Juan de la Cruz, el más lírico de nuestros poetas,
cuyo ascetismo místico se parece tanto al carácter de las gentes de esta tierra
y debe de estar forzosamente imbricado en los escarpes de las Béticas, las
hubiera o no recorrido. No hay nada que más te acerque a la espiritualidad (ya
sea desde una posición laica o religiosa) que la contemplación de estos montes,
de cuyo conocimiento das cumplida fe.”
-Pedro
Antonio Muñoz Pérez, Archivel-
“…He llorado, he reído y me
he emocionado recordando los sitios por los que mi padre me llevaba a los
bailes…”
-Mari
Carmen García, Castejón-
“Nunca había disfrutado tanto haciendo un
recorrido mental por los caminos que nos narra Jesús, a la vez que sintiendo no
haberlo podido acompañar físicamente para gozarlos con él; el relato es tan fiel
que, incluso, hay momentos en los que se comparte la necesidad de reposar a la
sombra de alguno de los longevos árboles que se van encontrando por el camino”.
-José Alberto Sáez de Haro, Murcia-
“Viejos
caminos viejas historias es una especie de viaje por esos caminos, pero es un viaje peculiar en el que,
aprovechando los muchos y variados testimonios orales de que dispone Jesús, de
gente que vivió y transitó por esos caminos, relatos populares y cosas que ha
recopilado de amigos suyos, nos va contando historias a la vez que va haciendo
una magnifica interpretación del territorio en relación con la forma de vivir,
de trabajar, de divertirse, de disfrutar, de sufrir, de amar, de nacer, de morir, que tenían las personas de ésta
tierra hasta hace no muchos años. Y nos cuenta las cosas con esa rara habilidad
que él tiene de escribir como habla, con sus expresiones, giros y su forma de
componer las frases; y lo hace demostrando, sin ser pretencioso, un gran
conocimiento de los caminos, del medio por donde pasan, los sitios concretos en
los que se desenvuelven las personas y las historias que cuenta; Historias que,
unas son ciertas, otras son leyendas
populares propias de la cultura rural, que algo pudieron tener de cierto, nunca
sabremos hasta qué punto, pero que de cualquier forma son parte de la cultura
popular”.
-Enrique
Fuentes Blanc, Caravaca-
“El
protagonismo pertenece a ese mundo rural perdido sobre el cual no está operando
mediante la pura especulación sino tomándolo como un Absoluto. Son claves
algunos momentos de la obra donde las fuentes y ríos, las plantas, los
animales, los hombres que pueblan la sierra y establecen los caminos se
convierten en un todo, en una especie de “panteísmo natural” al que la voz
narrativa está íntimamente ligada.
Esto,
junto con la alusión constante a los frailes y a San Juan de la Cruz, la
metáfora del ascenso, la subida a la montaña (el capítulo final de la sierra
infinita es absolutamente conmovedor) y las citas literales de su obra podría
llevarnos a pensar en una suerte de mística. Ahora bien, mucho ojo con querer
ver religiosidad o catolicismo, pues el propio autor deja bien claro que él
sabe “que ese Dios arquitecto que decían
los ilustrados no es otra cosa que la física y las leyes inexorables que la
rigen.”
-Juan
García Fernández, Caravaca-
“Recorrer los paisajes
serranos de la mano de tu magnífica escritura y de tu mirada a la sierra ha
sido disfrutar en cada página, con cada expresión de las que usamos los
serranos, en cada relato de una tierra magnífica que ha criado gente humilde,
dura y generosa, como decía el gran don José Bautista De la Torre: “señorío
serrano”.
Gracias por haberme hecho disfrutar del paisaje y
paisanaje de nuestra sierra ahora que me encuentro en el llano. Como bien me
dijiste, este libro hay que leerlo despacio, como se hacen las cosas
importantes de la vida, añadiría yo. En nombre de los que amamos la sierra,
Gracias por regalarnos esta maravilla”.
-Francisco
Bravo Palomares, Santiago de la Espada-
“Un canto a la
naturaleza, al campo, a los tiempos idos…Recuerdo
pasar el agua por el malecón, por el río Araña, por las acequias que cruzaban
hacia las heredades del Rincón de
Guitarra, de Cañantisco, de Torregodines, del Bañuelo; y recuerdo las fuentes,
los pilares y abrevaderos. Esos sitios que hasta han perdido el nombre. Un
poema en prosa que certifica el fin de una etapa de la Humanidad.”
-Manuel
Moyano, Molina de Segura-
“…Son los caminos, las sendas, las veredas, las cañadas
el punto de partida. El imaginario más inmediato sigue siendo aquella zona “de
las cinco provincias”: la comarca montañosa que comprenden las provincias de
Murcia, Albacete, Granada, Almería y Jaén, también conocida como la Oróspeda,
la Montaña de Tudmir… y en definitiva, una zona con una misma geografía, clima,
costumbres, habla, música…una misma manera de vivir, de sentir…”
-Julio
Guillén, Albacete.-
"En estos días en casa -durante el decreto de alarma sanitaria por COVID-19- he llenado ratos con tu libro "Viejos caminos, viejas historia"...durante su lectura he recordado, imaginado, incluso soñado lugares y gentes genuinas y auténticas...te felicito y te agradezco los buenos ratos que he pasado leyendo tu libro."
-David Jiménez, Caravaca-
"Esta mañana teníamos una excursión con un club de montaña por aquella zona, tras una breve parada en la fuente de la Pilica, de la que hablas en el libro, nos disponemos a seguir subiendo.Le comentaba a la gente la existencia de tu precioso libro, y que dedicaba unas páginas a esta molata, les he hablado de aquellos bailes y la misa que celebraban allí, y que hubo una cruz de madera que los gamberros hicieron desaparecer, pero que además existía una cruz tallada en la losa, que no habían encontrado...En ese momento la curiosidad se despierta en el grupo, y yo...ya con el títere de la cruz, no podía dejar de buscar en el suelo... ¡de repente un compañero la descubre cuando llegábamos a la cima!..."
-Isa López García, Moratalla-
"En estos días en casa -durante el decreto de alarma sanitaria por COVID-19- he llenado ratos con tu libro "Viejos caminos, viejas historia"...durante su lectura he recordado, imaginado, incluso soñado lugares y gentes genuinas y auténticas...te felicito y te agradezco los buenos ratos que he pasado leyendo tu libro."
-David Jiménez, Caravaca-
"Esta mañana teníamos una excursión con un club de montaña por aquella zona, tras una breve parada en la fuente de la Pilica, de la que hablas en el libro, nos disponemos a seguir subiendo.Le comentaba a la gente la existencia de tu precioso libro, y que dedicaba unas páginas a esta molata, les he hablado de aquellos bailes y la misa que celebraban allí, y que hubo una cruz de madera que los gamberros hicieron desaparecer, pero que además existía una cruz tallada en la losa, que no habían encontrado...En ese momento la curiosidad se despierta en el grupo, y yo...ya con el títere de la cruz, no podía dejar de buscar en el suelo... ¡de repente un compañero la descubre cuando llegábamos a la cima!..."
-Isa López García, Moratalla-
"Un buen fondo de armario sobre nuestro pasado común, puesto al día y ordenado, que ayuda a entender mejor la vida de un tiempo que en gran medida ya no es, pero que en cierto sentido sigue estando entre nosotros"
-Pepe López Marín, Alicante-
"Me gusta de los libros de Jesús que, después de haberlos leído, cuando vuelves por esos campos y sierras, un montón de piedras, una trocha casi perdida, una fuente, o las ruinas de un cortijo, que parecían inertes, cobran sentido. Y es entonces cuando vuelven a estar llenas de vida"
-Francisco Martínez, Bullas-
"Una joya. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo. Invita a caminar por los pueblos de los que habla".
-Blas Rubio García, Santomera-
"También habla Jesus López de las mujeres, las cuales han realizado un trabajo inmenso y no siempre reconocido por la sociedad, las mujeres, nuestras abuelas, nuestra madres, han sido como se dicen por aquí “las que han sacado la casa pa´lante”, han criado los hijos, han segado, han guardado el ganao, han llevado la huerta p´alante, han hecho de comer... Y siempre con un amor incondicional y un sacrificio a prueba de bombas".
"Jesus revindica de manera suave, como suele hacer él, el que uno pueda sentirse orgulloso de ser pueblo, no solo sentirse, sino creérselo, que hoy en día la gente de pueblo está bastante más espabilá que muchos de ciudad".
-Emilio Gómez, Nerpio-
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